La melancolía divina

El amor es infinito, aquel que se acaba presto no es amor, sino apetito—dije Cervantes.

Pero mi amor por aquella diosa fue infinito. No por durar poco deja de ser eterno. En mis eternidades amaré otras veces, infinitas, pero nunca como aquella. No es una cuestión de cantidades. Yo siempre amo eternamente, mi infinitud no me deja alternativa.

¡Si ella lo supiera! Pero ya lo sabe... Y no se cree nada. Quizá se imagina dentro de la sucesión de mis amores y se siente rebajada. Cuanta equivocación. Incluso entre los dioses hay equivocación.

Aunque me temo que en este caso el que se equivoca soy precisamente yo. ¿Por qué no acepto que aquella eternidad ya pasó? Me puedo engañar pensando que se repetirá, que habrá infinitas más, pero no. Cuando se pierde algo eterno se pierde para siempre.

1 comentario:

dios dijo...

Hay días que me siento muy joven, otros terriblemente viejo. Quince años pueden parecer pocos, pero para alguien que lleva eternidades teniéndolos son una edad intolerable. Me canso de mí mismo, a veces soy insoportable, lo sé. Mis propias creaciones lo padecen. ¡Cuantas inundaciones, cuantas conflagraciones no han sido más que caprichos infantiles! Lo sé, lo siento, y cada vez me digo que no volverá a ocurrir. Y ocurre y ocurre y yo nada puedo hacer.

Los ángeles me recuerdan a veces que muchos de mis problemas se deben a que soy adolescente, y que todo se arreglará. Que me haré grande (¡como si pudiera haber algo más grande!) y que me tranquilizaré. ¡Malditos ángeles! Ya les hablaré un día de ellos.

dios cristo jesús jesucristo adolescente dioses fe papa de roma omnipotencia religión decretos divinos cristianismo cristiano musulmán islam judaismo judío credo rosario